Francisco Pino (Valladolid, 1910-2002), autor de un precioso libro titulado «Ventana Oda», cuya segunda parte es, literalmente, un libro de márgenes, me dijo en cierta ocasión que el sentido está en ellos, en los márgenes. Sostenía en la mano una cartulina con un troquel rectangular en el centro. Aquello era, según él, una especie de máquina de hacer poesía. ¿Cómo funcionaba?
Para que lo averigüen por sí mismos, les propongo que, teniendo en cuenta lo explicado en “Información, expresión, sentido” (que conviene que lean), la siguiente receta cuyo ingrediente principal debemos al feliz hallazgo de un excelente reconstituyente: la poesía del confín.
1.- Tómese una cuartilla y practíquese en su interior un agujero aproximadamente cuadrado (mejor más alto que ancho y aproximadamente centrado.
2.- Colóquese luego el papel sobre una página al azar de cualquier libro.
3. Copie el texto resultante al aplicar el nuevo margen. El resultado, una serie de frases y palabras sin aparente conexión entre sí, servirán para establecer una lista como la que proponía en mi artículo.
3.- Límpiese la lista de palabras inacabadas o irrelevantes.
5.- Procurando modificarla lo menos posible y utilizar la mayor parte del material, pero sin dejar por ello de seguir la propia intuición y, sobre todo, la del texto, escríbase a partir de ella un fragmento significativo.
Deberá considerar parte de la obra:
1. Título y autor (un pseudónimo que le ayude a no sentirse responsable) .
2. Fotocopia de la página antes y después de aplicarle el nuevo margen.
3. El texto.
4. La humildad y la libertad que prodiga.