Hemos vuelto esta noche, de Madrid. Casi sin hablar durante el viaje. Pensativos. Y es que estos viajes ya no tienen la dirección que tenían («sentido» es la palabra correcta). Ahora volvemos en lugar de ir, y viceversa. La casa está preciosa. Hasta la biblioteca llega el olor del jardín, que se entrega adormecido al orballo.
— Ya no llueve como antes, observa Raquel sirviéndose una cerveza. — ¿Vas a tomar algo?
— No sé. Mi amiga Elena, que escribe un blog desde Londres, dice que en estas historias mías hay demasiado alcohol. Aunque también hay demasiado jamón, seguramente. O sea que allá cada cual: un armagnac, sí.
«Dartigalonge», se llama, y en cuanto se lo acerca a la nariz servidor sabe que no va a sentarle bien; pero hay que revisarlo todo (aquí nunca se sabe) así que aprovechando que bajamos a la bodeguita se lo deja olvidado. Allí se sirve servidor una cerveza. En la tele ponen Horizontes de grandeza, de William Wyler, en gallego.
– Estas tola rapaza, dice Gregory Peck.
– ¿Es Audrey Hepburn?
– No: es Jean Simmons. La perfección.
Recuerda servidor que la última vez que la vio le pareció la expresión épica del enfrentamiento, hasta sus últimas consecuencias, de dos actitudes, la de Peck y la del resto de personajes de la película (salvo Simmons, al final), gente que no atiende más interés que el suyo (aunque con distintos sentidos de la justicia, igualmente equivocados). ¿Debe un hombre demostrar una integridad que ya se otorga? Eso por un lado. Por otro: el control del agua.
Pero lo mejor no ha sido volver a verla (es una película deliciosa y narrada impecablemente), lo bueno de verdad ha sido verla en gallego. Vista en gallego se convierte en una historia de nuestro pueblo, cercana, como cualquiera de las que a diario contamos o nos cuentan a la hora del café.
Raquel da cabezadas y servidor está también un poco tolo. Hace ya tiempo que servidor carece de la determinación de Peck; pero cuando ha dicho «a dormir» ha sonado como una sentencia irrevocable. Va a sentarle estupendamente a servidor el «Dartigalonge» que dejó arriba.