El fracaso constituye obviamente la única razón verdadera para comenzar de nuevo, el error también, pero como el error no se advierte si la empresa triunfa podemos descartarlo y dejar el honor de llevarnos por la vía expeditiva hacia una perspectiva desembozada al fracaso. Las empresas de éxito plagadas de errores son legión, pero carecen de grandeza. Así somos los seres humanos: el mérito se lo concedemos al que se levanta, no al que no cae. Es lógico, ya que, por experiencia, sabemos que a quien no cae cualquiera está dispuesto a tenderle una mano, mientras que quien se levanta deberá hacerlo con la sola ayuda de su inercia bípeda. Por eso admiramos a aquellos capaces de comenzar de nuevo a condición, claro, de que no comiencen de nuevo continuamente, porque no se puede comenzar de nuevo una y otra vez sin parecer más fanático que entusiasta. No. Una cosa es aprender de los errores y otra creer en ellos. Pero ¿cómo mantener el entusiasmo incólume, a salvo de la fe, a salvo de la perversión, cuando se ha fracasado tantas veces? Tantas veces como libros publicados, por ejemplo, en el caso de los poetas. Tantas veces como elecciones celebradas, por ejemplo, en el caso de cierta izquierda o de cierta derecha recalcitrantes. Parece que en lo tocante a no caer en las garras de la fe el literato supera con creces al político, más propenso a convertirse en iluminado.
El truco radica en que, en el caso del literato, del poeta, cada libro es, después de todo, un primer intento y él, el escritor, otro escritor distinto cada vez.
– Así no vale.
– Pues así es. Lo dijo Walter Chrysler, fundador de la compañía automotriz Chrysler: «No importa cuántos digan que no se puede hacer o cuánta gente lo haya intentado antes; lo importante es darse cuenta de que lo que sea que estés haciendo, es tu primer intento.»
– Es fácil dirigir una compañía automotriz, obviamente.
Pangur ha dicho esto último poniendo ceja de banquero británico. Luego ha seguido viendo la televisión, que es un electrodoméstico narcotizante al servicio del poder económico. Y servidor no ha podido evitar quedarse, también, un ratito pegado a la pantalla y llegar a la conclusión de que la mitad de un buen fracaso es un buen slogan.
Un anuncio de pastillas para la tos se vende bajo el slogan «Despeja tu mundo». Otra pastilla igual pero con ínfulas de medicamento lo hace bajo el slogan «Vence al moco». Me pregunto si no había soluciones intermedias, algo más realista…
– «Yo tuve».
– Por ejemplo. Sería un nombre estupendo para una compañía que financiase fracasos. Pero fracasos de verdad…
– Y charcos.
– Vale. Y charcos.
El caso es que como nadie sabe cuándo es demasiado tarde para fracasar a la vieja usanza todos se apresuran a brindar por su éxito en cuanto cumplen unos pocos años. La Wikipedia, por ejemplo, se ha puesto a celebrar uno de esos éxitos que consisten en sobrevivir ignorando los errores y lo ha confundido con el éxito de su propósito (pura arrogancia: «la enciclopedia de contenido libre»). Si su propósito era el de crear una enciclopedia arbitraria, opinativa y dudosa, tendremos que darle la razón. De momento busco en sus páginas «Crítica literaria en España» y leo al final de un artículo escaso y de nula utilidad: «Está por estudiar la crítica literaria de otros autores como José Bergamín, Gerardo Diego etc. En la actualidad existen importantes críticos como Luís Antonio de Villena, José Luís García Martín, Rafael Conte, Luís Suñén, Miguel García-Posada etc. y numerosas revistas (Ínsula, Revista de libros, etc.) y suplementos literarios de periódicos (El Cultural, Cultural, Babelia etc.) consagrados en exclusiva a la crítica literaria, aunque no siempre responden a dictados objetivos y con frecuencia su crítica va orientada por grupos de presión, capillas intelectuales o intereses económicos de empresas editoriales.» ¿No es increíble esa seguridad en el juicio de un anónimo redactor cuya palabra fetiche parece ser la abreviatura de etcétera?
– Lo del «contenido libre» suena a comida para gatos.
– No interrumpas, Pangur.
He modificado el final para ver qué pasa, suavizándolo a cambio de una prudente alusión a los «distintos grados de objetividad» de los suplementos de marras. No ha pasado nada. La crítica literaria en la actualidad y en España será más o menos eso que dicen para una infinidad de estudiantillos convencidos de la autoridad irrefutable de la intención de uno solo disfrazada de sabiduría de aluvión. No voy a explicar porqué este artículo en particular es un disparate. Es algo más que evidente que la Wikipedia no funcionará mientras el criterio no sea un concepto comprensible para este universo 2.0 cuyo fracaso es, a estas alturas, el de una generación completa de exitosos profesionales del fraude. Eso es. Buscaba cómo definir la cosa: el fracaso del éxito está bien. Podría ser el título de un ensayo de economía.