Cristian Poncela, del Partido del Bierzo, se queja supongo que con razón del mal estado del Camino de Santiago a su paso por Villafranca, y culpa a mi amigo Agustín (el Alcalde) de (dice textualmente) no estar haciendo nada para «soliviantar» la situación. Y es que parece que si un defecto tienen los políticos castellanos y leoneses es este de no saber soliviantar las cosas como dios manda. Miren, si no, Zapatero: soliviantó muy deficientemente el asunto del Estatut, y aún lo ha de soliviantar un poco peor renovando el Tribunal Constitucional a deshora. En cuanto a las medidas anti-crisis creo que tampoco las ha soliviantado del todo bien, como debe un presidente de gobierno soliviantar las decisiones penosas e impopulares, sino que las ha soliviantado tarde y a salto de mata, como a regañadientes, y así no se solivianta sino muy provisionalmente, como hilvanando a penas un fino parche de esperanza al ya generosamente remendado paño de lágrimas que tan silenciosamente doblamos cada noche y desdoblamos cada mañana los ciudadanos de a pie.
También se prometía el Real Madrid soliviantar la liga con ayuda de algún milagrito y ya hemos visto que no, que la han soliviantado mal. Por eso, como castigo, y hasta que la Ponferradina tome el merecido relevo estelar que algún día tomará (y si no al tiempo) les van a traer más y más jugadores y más entrenadores de esos que se da un aire a Ajmadineya (entre Ajmadineya y George Clooney, diría yo). Eso por andar soliviantando sin ton ni son, que es justo lo que no quiere hacer mi amigo Agustín con su trocito de Camino de Santiago. ¿Soliviantarlo?, ¿porque lo diga Poncela? Aquí no se solivianta nada hasta que lo diga Obama. Faltaría más.
– Un día marcho a Madrid y que le den por culo a España, dicen que ha dicho visiblemente solventado.
Mañana, a primera hora, salgo precisamente de España en dirección Madrid a ver si solivianto allí unos asuntillos que no parecen querer solucionarse solos. Una semana. En mal momento, porque Pangur ha adoptado a una gatita que acaba de parir seis crías justo debajo del porche (y a la que hemos llamado Lucy Brown por su turbulenta relación con cierto gato matasietes al que conocíamos por Mack the Knife), y no sé si entre él y Raquel van a saber apañárselas.
– Me basto y me sobro para soliviantar el asunto. Incluso les he puesto nombre: Zafón, Fidel, Yogur, Popota II, Espiguilla y Donjaime.
– Vale… «tito» Pangur.
– Y el matasietes ese no me dura ni medio asalto.
– Ya veremos.
La verdad es que el pobre Mack parece un personaje de tango. Al principio se paseaba por los alrededores como el cacique en su pueblo, entrando a todas las fincas, retando a todos los gatos, cortejando a lo duro a todas las gatas en edad de merecer y apartando a los pequeñines hasta que él se había saciado de los platos de sobras que los vecinos les van dejando; en fin, que campaba por sus respetos solventando su supervivencia a manotazo limpio; pero su insolencia le ha pasado factura. Los vecinos lo expulsaban de las cercanías de la comida y los otros gatos comenzaron a enfrentarlo en grupos. Por no hablar de las gallinas del vecino, que lo tienen a raya. Ahora se pasea como una sombra proscrita, beborroteando de refugio en refugio sin separarse de las tapias, disimulando el miedo contándose a sí mismo la leyenda de sus abusos; lleno de calvas, costras, picotazos y magulladuras, escuálido y enfermo.
La gente se vuelve descuidada con lo que dice y cuántas veces acaba diciendo lo contrario de lo que quiere decir. Hace dos noches, una representante del PP respondía a uno de esos cuestionarios rápidos de los que invitan a aguzar el verbo, y que pocas veces le dejan a uno mentir, y entre una serie de respuestas ágiles y propagandísticamente rentables se le deslizó una que delataba su falta de caridad, compasión, sentido común, empatía, humanidad, felicidad y sagacidad. La pregunta era: «¿Come usted palomitas en el cine?» Y la respuesta fue: «No, porque me molesta el ruido.» ¿Se dan cuenta? ¿Cómo puede uno darle su voto a alguien a quien le molesta el ruido que la gente hace cuando come palomitas palomitas en el cine? ¿Y cómo come las palomitas esta señora, cantando ópera? ¿Aspira esta señora a representar a todos los españoles o sólo a los que no comen palomitas en el cine o a los que no hacen ruido al comer? Voy a poner una página Web que se llame palomitasenelcineno.com a ver cuánta gente la visita. ¡Será posible! ¿Es eso el liberalismo? ¿Se puede ir a ver Paranormal Activiti sin comer palomitas? ¿Es posible? ¿Es de rojos comer palomitas? ¿Y por qué son tan caras? Pues que sepa usted, señora mía y del PP, que en el foro de «Mujer de élite» (que curiosamente se subtitula «dedicado a la mujer» y no «dedicado a la mujer de élite») aseguran que, sin abusar, y siempre que no sean de esas multicolores, se pueden comer palomitas en el cine incluso aunque estés haciendo la dieta Montignac, gran defensor, por cierto de las esterculiáceas, a pesar de bellaco.
– ¡Bellaco! ¡Qué nombre tan bonito! Si alguna vez tengo un caballo le llamaré Bellaco. Sooo, Bellaco, arre Bellaco. Toma una esterculiácea, Bellaco, por buen equino. Zafón, Fidel, Yogur, Popota II, Espiguilla, Donjaime… ¡mirad que brioso corcel me he soliviantado!
Pangur ha salido al jardín fingiendo cabalgar sobre su imaginario caballo y sin dejar de decir tonterías. Lo de las esterculiáceas venía a cuento de que el bueno de Larry Page (que es uno de sus jerifaltes) nadie va a querer buscar nunca en Google. Pues es una familia vegetal a la que pertenece el cacao, mire usted por donde, y otras plantas de valor no sólo ornamental. La tontería es grande porque ¿qué espera Larry que busque uno en Google?, ¿sexo?