Para ser sinceros…

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Para ser sinceros: servidor no vive lejos de una de las ciudades más corruptas de España (casi nadie lo hace) y le cuesta muchísimo trabajo comprender cómo es posible que el franquismo siga ganando elecciones municipales, autonómicas y generales desde que se presenta. Como es viejo, comprende que es discutible que se pueda incluir a partidos como el PSOE en semejante categoría, pero no tiene ganas de discutir tonterías cuando llega la hora de la verdad y la verdad es que si el PSOE tiene que elegir entre defender a la gente o mantener sus relaciones con una clase forjada a los pechos de una administración injusta, extractiva y cuyo único trabajo ha sido el de facilitar el acceso a los fondos públicos a un puñado de familias, se teme lo peor. Llamar a eso “sensatez” o “izquierda” le parece insultante.

Tampoco salvaría servidor a Izquierda Unida si no fuese porque Izquierda Unida parece decidida a salvarse a sí misma. La autocrítica (como la confianza) no es, precisamente, una de las habilidades de un servidor, pero sabe apreciarla.

Pare ser sincero, servidor debería confesar que no se enfrenta a un dilema político de cara a las próximas Generales del 26J, al contrario, pocas veces las opciones disponibles le habían permitido tenerlo tan claro; se enfrenta a la ignorancia (poner el interés personal por delante del común es ignorancia) de sus compatriotas.

Un compatriota no es automáticamente un amigo, hoy, para ser sinceros, puede ser incluso un enemigo interior, alguien que no desea sino beneficiarse del acervo y del erario; léase: vivir del cuento. Un compatriota al que, como a Albert Rivera en su ridículo vídeo de campaña, se le llenará la boca afirmando que quien tiene es el que lo merece y quien no tiene “por algo será”. Para ser sinceros: Ciudadanos intenta recoger el voto de castigo al PSOE y el voto de castigo al PP porque carece de espacio real. Su única fuerza es la de los católicos franquistas con sentimiento de culpa, que a servidor no le interesan lo más mínimo.

¿Es Podemos la panacea? Seguramente, para ser sinceros, no; pero es la única fuerza que ha establecido un acuerdo con sus electores según el cual los cargos que obtengan estarán sometidos a revocación y limitados en el tiempo, sus decisiones fundamentales (aquellas que nos afectan íntimamente) serán consultadas y sus leyes girarán en torno a lo mismo que giran las personas corrientes cuando le dan vueltas a sus problemas corrientes (a eso le llamamos transversalidad).

— ¿Has dicho que Podemos no es la Panacea?

Lo ha dicho servidor porque, para ser sinceros, servidor no se fía a estas alturas ni de su difunta madre, que lo quería como a un hijo. Pero uno no puede (ni debe) hacerlo todo personalmente discutiendo en el bar con el imbécil de turno (que opina, aunque no confiesa, que con Franco vivíamos mejor), servidor odia la política de golpes de bazo y testículos sobre la mesa. Para ser sinceros, servidor debe admitir que en las filas de Podemos se ha topado con la misma proporción de imbéciles que en cualquier otro segmento digno de estudio (sea cual sea la manera de dividir en grupos una colectividad, la proporción de imbéciles permanece inalterable), y lo ha obviado porque cree en el proyecto. Dicho de otra manera: cree en el reglamento. Mejor dicho, como animal político cree en el reglamento, como persona prefiere el jardín de Epicuro, naturalmente.

Sin ninguna duda viviríamos mejor en el Jardín de Epicuro, sufriendo lo imprescindible para no dejar de ser solidarios, pero esto que nos está pasando es lo más cerca que estaremos nunca. Así que allá ustedes. Para ser sinceros, allá usted; a servidor le preocupa más averiguar por qué su acebo recién plantado no acaba de arraigar, y ganarse su espacio, tan justo, tan merecido, tan evidente, pero lo hará, por viejo (que lleva demasiados años fracasando en su intento de ponerse de acuerdo con la naturaleza como para que se le muera ahora un arbolito). Votará para devolver algunos golpes, cosa que no todos los votantes pueden decir.

— ¿Y por qué defender algo en vez de nada?

Seguramente un gobierno de Unidos Podemos se encontrará, de inmediato, con la desobediencia de los poderosos (el imperio, la banca, la iglesia, la patronal, su prensa) y ese será un primer problema, una primera prueba de fuerza. Servidor no quiere morirse sin asistir a esa pelea, sin darle su oportunidad de arraigar a esa pelea; para ser sinceros: la responsabilidad siempre le ha dado mala espina, pero siempre ha sido, también, muy cabezota, y algo morboso.

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