Por la mañana Raquel se acercó al pueblo, a última hora, donde se encontró con Javi y otros amigos. Se trajo los periódicos, que no contenían nada que violase la ley electoral, pero que sí hacían, como al socaire, un resumen de los logros del gobierno castellano y leonés (del PP, que renueva mandato a pesar del ascenso de UPL y de lo que andaban llamado estos días el «efecto zapatero», que se quedó en nada).
Comimos tarde y sin prisas. Tomamos café y fuimos a votar. Junto a la puerta del colegio paseaban distraídamente algunos vecinos que, a buen seguro, llevaban allí desde primera hora de la mañana, pero la Plaza estaba casi vacía, también el bar de al lado. Una jovencita que realizaba su encuesta deseaba saber a quién habíamos votado. Servidor advierte el guiño de Raquel y responde:
— A los de siempre, señorita. La duda ofende.
— Yo lo que diga mi marido, contesta Raquel. — ¿Hay que pagar?
La pobre se fue perpleja sin encajar la gamberrada, quizás incluso pensando que habíamos votado «Franco» y no éramos más que un par de nulos (que aquí son excesivos). Uno de los mayores placeres de la democracia es mentir en las encuestas; así se vuelve más emocionante seguir el escrutinio, y más divertido ver las caras de los candidatos cuando han de admitir que las cifras no son las que se les habían prometido. Pero, tonterías a parte, la verdad es que nos hizo ilusión votar juntos y por primera vez en Magaz de Abajo. Ustedes pensarán que sólo dos qué importa. Pero viendo las cifras yo no estarían tan seguros.
La tendencia se definirá en Madrid, eso está claro, y en Madrid se decidirá la diferencia, se medirá la distancia entre los dos partidos mayoritarios. Pero en Madrid ignoran absolutamente que exista cualquier cosa que no sea Madrid. Hay gente que incluso piensa que Magaz de Abajo se lo han inventado entre Raquel y un servidor para darles envidia. No es cierto: fuimos y votamos y tomamos un orujo y volvimos a casa a plantar unas flores contemplando a las urracas y a los mirlos parlantes, y adivinando a los topillos recalcitrantes que persiguen a los mutilados grillos, y evitando a los gatos asilvestrados y circenses que persiguen a los topillos, y disfrutando en general del campo abierto y del nuestro, y a cerrar todo hasta el próximo fin de semana. Quizás no sea Magaz de Abajo (visto desde los satélites de Google) nada más que un solitario bit en la ingente masa de datos que en estos días deberemos asimilar, pero es real, muy real, y se actualiza a más velocidad de la que Google soporta. Tanto que hasta las nubes han vuelto contra pronóstico y hemos tenido que salir con algo de lluvia.
Ahora ya está escrutado el voto y anunciado el resultado electoral de Camponaraya (que es el municipio del que Magaz de Abajo depende). Raquel no ha querido esperar a saberlo y se ha ido a acostar. Servidor ha pensado que les gustaría saber cómo han ido las cosas por allí. El porcentaje de participación ha sido del 31,10% (de 2.415 votantes), un uno por ciento más que en 2003. 27 votos en blanco y 23 nulos. Ha ganado el PSOE con 7 escaños (uno menos que en 2003) seguido por IU (a medias con «los verdes») con 2 escaños (2 más que en 2003, lo que no cree servidor que les permita, a los de LV, sacar adelante esa denuncia de «coacción urbanística» de la que vienen hablando de un tiempo a esta parte…) El PP pierde un escaño, y se queda con otro. Además el PDB (Partido Del Bierzo) consigue, también por vez primera, el suyo (ha superado al PP en número de votos). En total 11 ediles. Ponferrada, ciudad que es a nosotros lo que Madrid a Bustarviejo, seguirá siendo del PP. Servidor ha imprimido una copia y se la va a dejar a Raquel sobre la mesilla.